Hace pocas horas, ha fallecido el Dr. RAUL RICARDO ALFONSIN, su partida nos ha generado a los hombres y mujeres de la democracia, sin distinción de credos políticos, una inmensa pérdida. Pero especialmente para nosotros, los abogados, que tenemos como tarea cotidiana: la protección de las Instituciones, la consolidación del diálogo, el sostén del respeto de todos y cada uno de los principios de la Constitución, y que, con esfuerzo y trabajo, “afianzamos la justicia” cada día, defendiendo la democracia, haciendo valer los derechos de los ciudadanos, colaborando, en suma, para mantener el estado de derecho. Nosotros, los abogados, hemos sufrido una doble pérdida: la del hombre de virtudes cívicas ejemplares, padre de la democracia reinstalada en Argentina y la de nuestro insigne colega, que tanto honrara a nuestra profesión y a la colegiación. Los valores que son estandarte en el ejercicio del derecho, es decir: la convivencia social, el diálogo entre los adversarios, el entendimiento entre opuestos, el respeto a la Constitución y el apego a la ley, han sido objetivos permanentes del esfuerzo y la labor de este gran Argentino. Hoy su ausencia duele, pero, en su homenaje, no hay lugar para el llanto, sino para imitar su ejemplo, esforzándonos cada día, para: “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Hace pocas horas, ha fallecido el Dr. RAUL RICARDO ALFONSIN, su partida nos ha generado a los hombres y mujeres de la democracia, sin distinción de credos políticos, una inmensa pérdida.
Pero especialmente para nosotros, los abogados, que tenemos como tarea cotidiana: la protección de las Instituciones, la consolidación del diálogo, el sostén del respeto de todos y cada uno de los principios de la Constitución, y que, con esfuerzo y trabajo, “afianzamos la justicia” cada día, defendiendo la democracia, haciendo valer los derechos de los ciudadanos, colaborando, en suma, para mantener el estado de derecho.
Nosotros, los abogados, hemos sufrido una doble pérdida: la del hombre de virtudes cívicas ejemplares, padre de la democracia reinstalada en Argentina y la de nuestro insigne colega, que tanto honrara a nuestra profesión y a la colegiación.
Los valores que son estandarte en el ejercicio del derecho, es decir: la convivencia social, el diálogo entre los adversarios, el entendimiento entre opuestos, el respeto a la Constitución y el apego a la ley, han sido objetivos permanentes del esfuerzo y la labor de este gran Argentino.
Hoy su ausencia duele, pero, en su homenaje, no hay lugar para el llanto, sino para imitar su ejemplo, esforzándonos cada día, para: “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.
Fecha: 3/4/2009